El problema gigantesco de la Fiesta es el desconocimiento que de ella tienen los antitaurinos. La tauromaquia -como cualquier otra cultura- puede gustar o no. Esto es lógicamente indiscutible y respetable. Pero si por algo se caracteriza un partidario de la abolición de las corridas, es por hablar sin conocer. Pues bien, existe un curioso enigma que hasta la fecha ni siquiera los taurinos hemos podido desvelar. Éste no es otro que la embestida del astado, diferente por un pitón y por otro.
Fruto de ello es la necesidad de lancear al toro con el capote en los primeros tercios de la lidia, de manera que el matador pueda percibir por qué pitón prima una acometida más humilladora, enclasada y templada, y a su vez conocer por qué mano fundamentar su faena de muleta. Un secreto de tantos ocultado por la sabia Naturaleza.
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