Esas hubieran sido las palabras del maestro Juncal al traspasar la puerta de Las Ventas esta misma tarde. Con la inestimable compaña del lucentino Búfalo, era el calificativo idóneo para la lección de toreo que Emilio de Justo ha esparcido sobre el albero madrileño. El Obispo del temple ha vuelto a girar la llave de los dos barriles que caracterizan su personal estilo: el concepto poderoso, y a la misma vez el artista. Una innegable conjunción de valor en su milimétrica y precisa medida, y de pellizco anudado en el fajín de la autenticidad y la verdad... ese fajín que tan pocos son capaces de amarrarse. Mientras, la plaza de la calle Alcalá haciendo lo propio.
Imágenes: capturas del resumen de la corrida, de Movistar Toros.
Romero Salas
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