Es costumbre de los mozos de espadas (cuyas numerosas funciones son popularmente desconocidas) de romper los programas de mano que encuentren cerca en el callejón, o bien cualquier otro documento físico, y echar los pedazos de papel cerca de las tablas en el ruedo. Esto se hace para saber en qué terrenos de la plaza sopla más el viento, antagónico enemigo del matador, que le propicia una dificultad mayor para manejar los avíos de torear. Es por ello que este recurso resulta de gran utilidad a los toreros, ya que al mover la brisa los citados papelillos hacia una dirección, pueden saber dónde es preferente lidiar al toro sin la molestia que ésta les ocasiona.
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