Critican por ahí las satíricas exacerbaciones habladoras calificando... más bien menospreciando a la Gira organizada por Movistar Toros y la Fundación Toro de Lidia como de "redestrucción". En contrapartida, indudablemente opino con firmeza que cualquier volitivo esfuerzo en beneficio de la Fiesta ya supone toda una reconstrucción, y más aún en los tiempos que corren... Así pues, no podemos pensar en que estas dos corporaciones mencionadas anteriormente organicen ahora una Feria de Abril con carteles basados en la cúspide del escalafón. En su conjunto, la susodicha gira habrá tenido sus aspectos positivos, y evidentemente otros cuantos negativos... mas al menos ha permanecido en pie, ha dado la cara y se ha llevado a cabo cumpliendo -y a mucha honra- con todas las limitaciones y medidas establecidas... lo cual no todos pueden afirmar con orgullo.
Y al igual que repugnante, queda un mínimo dulce resquicio de sensación de la temporada que ya hace unos meses salía a pie por la puerta de cuadrillas. Me refiero con esto a los diversos descubrimientos que nos han abierto los ojos en plena pandemia. Tomemos como ejemplo al gran Juan Ortega (pinche para leer crónica del festejo en el que se abrió paso) , que viene a seguir los pasos de los maestros más puros y verdaderos. Incluso ha sido capaz de destacar en el, por denominarlo así, festejo del año, un duelo de titanes en la Tierra de los Califas que no dejó indiferente a nadie pese a la vomitiva mansedumbre que mostraron los astados de Jandilla. Es por esto que hay quien va más allá -y con toda la razón del mundo- y lo incluye bajo el término de revelación del toreo 2020 ((haciendo click en las palabras resaltadas podrá visualizar la crónica de Romero Salas de los festejos referidos, en el blog taurino "En la Andanada y el Tendío")).
Tampoco podríamos olvidarnos de Sergio Serrano, quien sorprendentemente demostró una total madurez, clase y pellizco ante la cara del bicorne. Tuvo lugar en Manzanares su premiada actitud torera, con las dos orejas y el rabo. También cabe destacar la manera en que, gracias a la televisión, que ha desempeñado un papel esencial, se ha consolidado la condición de Emilio de Justo, espada que lleva la pureza por bandera y la colocación de frente, algo tan aparentemente simple pero tan limitado entre lo que acostumbra a mostrarnos la tauromaquia de hoy día... No me disgustaría en absoluto ver su nombre figurar en los carteles grandes de la Maestranza sevillana.
Por otro lado, no sería capaz de continuar estas líneas sin hablar de la "Indultitis", que ha invadido los palcos presidenciales y no tan presidenciales de una forma pasmosa, sin otro objeto que el de desvirtuar uno de los aspectos con mayor brillo y grandeza que atesora nuestra Fiesta de los toros. De este modo, el indulto ha de concederse en casos excepcionales, pues de lo contrario (lo tristemente sucedido), se restaría drásticamente esa magia que desprende el pañuelo naranja. Espero por tanto que esto tan sólo haya consistido en un desafortunado lapsus por parte de la afición taurina, ya que miedo me daría pensar adónde llegaríamos siguiendo este camino.
Momento de tratar uno de los motores más potentes que sin lugar a dudas han tirado del carro. Ya pueda ser de la manera que sea, con más críticas y discrepancias o con menos, pero lo ha hecho, y ahí queda, grabado con la tinta de la honra en su inefable trayectoria. Enrique Ponce. El maestro de Chiva ha demostrado una vez más ser uno de los que mandan en el patio de caballos, aunque su concepto del toreo -admitámoslo- no sea ampliamente alabado por todo el orbe taurino. Mas como es la intención lo que verdaderamente vale, su actitud este año ha sido digna de aplaudir. Desde estos renglones, le doy las gracias maestro.
Y en este humilde balance a modo de resumen, permítanme que agradezca particularmente también a Las Cosas del Toro.com su comportamiento personal conmigo. Gracias por abrirme las puertas de par en par y ayudarme a subir un peldaño más en mi deseo de torear, no con capote ni muleta, sino con la palabra. La palabra es tan sumamente poderosa que con ella se puede torear de nuevo una corrida sin moverse del asiento, y hacérsela llegar de forma casi exacta a todo aquel aficionado que no la pudo disfrutar. He aquí la magia de la crónica taurina.
Para concluir, cuando sobre el níveo campo al amanecer del crudo día empieza ya a herrarse con la gavilla del 0, las circunstancias pandémicas van en decadencia a pasos masivamente agigantados. No obstante, confiemos en la gracia de Dios y en la grandiosa familia del toro de la que con honor formamos parte. Y no olvidemos que no pintaba bien la cosa... pero arrasó la descomunal fuerza del mundo taurino. Cuídese, tarde o temprano nos vemos en el tendido.
Imágenes: archivo personal.
Romero Salas